La discusión por la pelota, por los espacios y el retroceso ante un equipo fuerte y veloz serán aspectos decisivos. Y una mano de Croacia, claro.
El único que se atreve a desafiar a las razones futboleras que le recortan la credibilidad a la Selección es Lionel Messi. De un genio se espera que se rebele. Que no se entregue por el penal fallado contra Islandia y por la pasividad extrema ante Croacia. Que despierte. Que le diga a esta aventura rusa: “Acá estoy. Sí, soy el mejor del mundo”. Semejante fenómeno no debe resignarse a una despedida en primera ronda del que podría ser su último Mundial. Es por él y es por Argentina.
No es que Messi sea más importante que la Selección. Seguro que no. Pero sólo él es capaz de rescatarla de una oscuridad que asusta. Después de un año y unos días de ensayos y de pruebas que sonaban a revolución pero que derivaron en frustración, el equipo recorrió un camino circular para concluir en el mismo lugar donde había arrancado con Jorge Sampaoli. Falló el intento de renovación. Entonces, ahora y aquí, a partir de las 21 del martes (las 15 en nuestro país), el crack y los históricos se harán cargo de evitar que la Selección corone frente a Nigeria un papelón Mundial.
Lo que resulte de esta decena de claves marcará a Argentina para bien o para mal:
1) Los históricos, a favor y en contra. Será casi el mismo equipo base que llegó a las finales de Copa América con Gerardo Martino. Sobra experiencia. Con una diferencia: el tiempo pasó y los niveles de varios bajaron. La Selección promedia los 30 años de edad entre sus titulares. Sólo Messi y Di María cambian el ritmo del medio hacia arriba. Parece demasiado poco.
